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domingo, 7 de noviembre de 2010

Manuel Sadosky(1914-2005)

El 18 de junio de 2005 falleció en Buenos Aires Manuel Sadosky, quien puede ser considerado sin lugar a dudas como el padre de la matemática aplicada y de la computación en Argentina.

Sadosky había nacido en Buenos Aires el 13 de abril de 1914, hijo de inmigrantes judíos provenientes de Ekaterinoslav actualmente Dniepropetrovsk, en Ucrania, parte del Imperio Ruso), que llegaron a Argentina en 1905 huyendo del hambre y de los pogromos.

Hizo los estudios primarios y secundarios en la Escuela Normal Mariano Acosta. En 1932 comenzó sus estudios universitarios, siendo discípulo del gran matemático “Julio Rey Pastor” y en 1940 se doctoró en ciencias físicas y matemáticas en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Enseguida comenzó a ejercer la docencia en la UBA y en la Universidad de La Plata. Actividad que suspendió para viajar, gracias a una beca, al “Instituto Henri Poincaré de París”(1946-1947) y al “Instituto del Cálculo”, en Roma, Italia (1948), donde Sadosky orientó su carrera hacia la matemática aplicada. De vuelta en Buenos Aires dio clases en el recién creado “Instituto Radiotécnico”-entidad formada por la UBA y el Ministerio de Marina- hasta 1953, cuando dejó esta entidad por motivos políticos y se dedicó a trabajar en la publicación de varios libros. De hecho, su extraordinaria capacidad docente, ya constatada en sus clases, se extendió a sus publicaciones con la aparición, en 1952, de su libro Cálculo numérico y gráfico, que fue reeditado en 1956 y 1959, con lo cual se comprueba su influencia en esa época “pre-computacional” en Argentina. Está considerado el primer libro de cálculo numérico de América Latina. No fue su único libro exitoso: en 1956 publicó, en colaboración con la Dra. Rebeca Ch. de Guber, su famoso Elementos de Cálculo diferencial e integral, del cual se hicieron numerosas reimpresiones, la última hace muy pocos años. Generaciones enteras de estudiantes de ciencias y de ingeniería utilizaron este libro para su primer curso de análisis matemático.

Volvió a dar clases a la UBA en 1956, primero en la Facultad de Ingeniería y luego en la Facultad de Ciencias Exactas, de la cual fue Vicedecano. En ese tiempo “la computación” empezaba a ser objeto de estudio en el ámbito universitario argentino y Sadosky se interesó mucho en este tema y comenzó a estudiarlo intensamente. Propició y fue director, entre 1956 y 1958, del Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas. Esta entidad llegó a tener más de cien investigadores de todo el país y de Uruguay, algunos muy destacados como Oscar Varsavsky y Pedro Zadunaisky. Con el apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), presidido entonces por Bernardo Houssay, Sadosky encabezó las gestiones para traer, en 1960, la primer computadora que hubo en el país y la primera que hubo en un ámbito universitario en toda Latinoamérica: "Clementina", que medía 18 metros de largo. Con ella se pudo formar a muchos profesionales en la entonces nueva especialidad.

A propuesta de Sadosky se creó la carrera de Computador Científico, presentada al Consejo Directivo de la Facultad en 1962, y aprobada definitivamente por el Consejo Superior en 1963. La carrera –la primera de computación del país – tenía menor duración que las tradicionales licenciaturas, y su objetivo era formar “auxiliares de científicos”: programadores, analistas, etc., que pudieran integrarse a la comunidad científica; aparte, la carrera serviría para que las empresas – que ya comenzaban a instalar computadoras con fines administrativos – pudieran contratar personal que no fuera necesariamente formado por dichas empresas, con los defectos que dicho proceso tiene. Sobre esta idea se crearon otras carreras en las demás universidades como, por ejemplo, la carrera de calculista científico de La Plata.

Además de ser pionero de la docencia en computación en Argentina, Uruguay y Paraguay, Sadosky fue impulsor de numerosas iniciativas para el desarrollo de la ciencia y la técnica en la región, promoviendo, por ejemplo, la creación de la Escuela Superior Latinoamericana de Informática (ESLAI), institución de gran nivel científico.

Producido el golpe de Estado del Gral. Juan Carlos Onganía que depuso al gobierno constitucional del Dr. Arturo Illia el 28 de junio de 1966, y la intervención a todas las Universidades nacionales un mes después, el 29 de julio, esa misma noche la Policía Federal irrumpió en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales apaleando a los profesores, graduados y estudiantes allí reunidos en el episodio conocido como “La noche de los bastones largos”, y Sadosky, al igual que 1300 otros docentes de la Universidad de Buenos Aires, renunció a su cargo. En 1967 se trasladó a Uruguay, donde creó el Instituto de Cálculo de Montevideo en la Universidad de la República, casa de estudios que lo nombraría luego Doctor Honoris Causa. En 1975, amenazado por la Triple A durante el gobierno de Isabel Perón, se exilió en Caracas, donde colaboró también activamente en matemática aplicada y computación, y luego en Barcelona, donde tuvo activa participación en idear un museo de ciencias para chicos.

En 1983 regresó al país en los estertores finales de la dictadura militar, y al triunfar el Dr. Raúl Alfonsín en las elecciones de octubre de dicho año fue designado Secretario de Estado de Ciencia y Tecnología de la Nación, cargo que ocupó durante todo el gobierno de Alfonsín, hasta 1989.

La Secretaría contaba con una Subsecretaría de Informática, y la recuperación de dicha disciplina (que estaba en estado de hibernación forzosa en el país desde 1966) fue una de sus mayores prioridades como funcionario.

En los últimos tiempos Sadosky seguía vinculado a la Universidad de Buenos Aires, actuando en diferentes comisiones y organizaciones. Su prestigio en los círculos científicos, universitarios y educativos del país se mantuvo durante más de sesenta años. Creó la computación en Argentina. Impulsó la matemática aplicada. Apoyó la ciencia, la educación, y la divulgación científica. Ayudó a cuanto joven le pidiera consejo y asesoramiento. Su influencia se sintió, además de en nuestro país, en Uruguay, en Venezuela, en España, y en muchos otros países. Entre los reconocimientos que tuvo se encuentran: el de profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires en 1985, Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República, y Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el año 2003.

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